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1 ago 2016

"Los derechos de las personas mayores". Un drama escondido





La fragilidad de los mismos, unida en muchos casos a discapacidades y enfermedades, hace que puedan ser agredidos, tanto por personas de confianza, como por las instituciones que deberían protegerles. Según la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología, entre un cinco y un diez por ciento de los ancianos en España, puede estar siendo víctima de malos tratos

El perfil del anciano maltratado es el de una persona que rebasa los setenta y cinco años, preferentemente mujer, afectada de demencia y dependiente de terceros. En muchas ocasiones este maltrato permanece oculto. No debemos pensar que este maltrato se circunscribe únicamente a la agresión física. Puede también ser de carácter psíquico; por negligencia, como en los casos de abandono; constituyente de abuso de índole sexual o económica, o simplemente por la conculcación de los derechos del mayor.

La llamada Declaración de Almería de 1995 establece que el maltrato al mayor es todo acto u omisión, sufrido por personas de 65 años o más, que vulnera la integridad física, psíquica, sexual y económica, el principio de autonomía o un derecho fundamental del individuo, que es percibido por éste o constatado objetivamente, con independencia de la intencionalidad y del medio donde ocurra. Este abuso, como ha quedado dicho, adopta muchas formas distintas.

El maltrato, tanto físico como psíquico, es a lo que nos referimos cuando se trata de acciones directas, únicas o repetidas, que provocan un sufrimiento corporal o mental en quien los padece. En el plano físico es normal que se manifieste en forma de golpes, empujones o lesiones como las quemaduras. En el plano psíquico se engloban las conductas que pretenden provocar intencionadamente en el anciano sensación de miedo, de angustia, de tristeza, etc. Normalmente ambos vienen asociados.

El abuso también puede emanar de la negligencia, por la omisión, descuido o falta de cuidados dispensados al anciano. Para su aparición, el mayor debe tener un acusado grado de dependencia. La máxima expresión de la negligencia es el abandono, es decir, cuando el encargado de los cuidados del anciano, voluntariamente, omite sus responsabilidades, dejando desamparado al mayor dependiente.

Los abusos pueden ser también de tipo económico, cuando el responsable del anciano hace un uso indebido de las propiedades o fondos del mayor, sexual, e incluso, en el terreno sanitario, la obstinación o encarnizamiento terapéutico, con la realización desmedida de pruebas dolorosas y tratamientos interminables, sin una correlación real con los posibles beneficios que estos puedan llegar a producir.

Aunque menos obvio, dentro del maltrato, también se sitúan las violaciones de derechos, que pueden ser de lo más variopintas. Por poner algunos ejemplos, citaremos: la limitación de acceso a la prensa; de elección de la vestimenta, de la comida o del lugar de residencia; del derecho a la propia intimidad; de elección de la opción religiosa, o la denegación de acceso a determinadas prestaciones sociosanitarias.

Los agresores suelen ser sujetos con una personalidad rígida, egocéntrica, impulsiva, poco autocríticos y carentes de empatía. En algunos casos, poseen personalidades paranoides o tienen problemas con el alcohol. Para la protección de la víctima que, debido a su edad y enfermedades asociadas, es extremadamente vulnerable, resulta fundamental el diagnóstico precoz de los malos tratos. Ante el menor síntoma de su aparición, el profesional debe notificarlo a las autoridades, para que se emprenda la obligada investigación.

La prevención del maltrato debe abordarse desde un enfoque multidisciplinar. La prevención primaria tiene como objetivo mejorar la conciencia de la sociedad sobre este problema y para ello, las campañas de divulgación son fundamentales. En un grado secundario, está la detección del futuro problema de acuerdo a algún episodio esporádico de maltrato anterior. El seguimiento puede evitar que este maltrato se convierta en algo continuo, y progrese en intensidad. En el nivel terciario, ya entraríamos en el análisis del maltrato, sus causas y consecuencias, una vez que éste ya se ha producido.
Fuente: La Opinión de Murcia




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